La medida real de la agonía de Jesús en la cruz

La medida real de la agonía de Jesús en la cruz

Los sufrimientos de Jesús fueron incomparablemente mayores que el simple padecimiento del dolor físico, o que la tortura de cualquiera de los mártires. No hubo fingimiento o trampa alguna en la carga que lo aplastó. Dice la Escritura: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

¿Qué produce el pecado? “Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro” (Isaías 59:2). La iniquidad separa de Dios, deja el alma en la más desesperante privación y soledad, destruye todo sentido de la seguridad. El Señor puso realmente sobre Cristo la iniquidad de todos nosotros. Eso significa que puso los mismos sentimientos de culpa, soledad, inseguridad y desesperación que tan bien conocemos. Fue eso lo que separó a Cristo de su Padre. Antes de comprender esa verdad, resulta difícil concebir que Cristo se hubiera sentido abandonado. La Biblia afirma que clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” ¿Fue la exclamación de un actor dramático que no sentía lo que decía, o fue el sincero clamor de un corazón quebrantado por la amargura y la congoja? Cristo no llevó esa carga como solemos llevar un fardo sobre nuestros hombros. La llevó dentro de sí, en su propio ser.

Pedro especifica que: “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Fue en su propio sistema nervioso, en su mente y en su ser donde llevó esa mortífera carga. Pablo fue incluso más explícito: [El Padre] “por nosotros lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21).

Cristo no fue un pecador, jamás pecó. Pero se hizo “maldición por nosotros (pues está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en un madero’)” (Gálatas 3:13). El pecado y la maldición son aquí equivalentes. La afirmación de Pablo implica que la identificación de Cristo con el pecado, en la cruz, fue algo terriblemente real. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Si Cristo fue hecho pecado, hecho maldición por nosotros, está claro que debió igualmente sufrir la paga del pecado, la muerte. Cristo está muy cercano a nosotros “porque el que santifica [Cristo] y los que son santificados [los pecadores], de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos 2:11).

¿Qué es la muerte? ¿Qué es la paga del pecado que Cristo sufrió? La Escritura presenta dos clases de muerte: una llamada “sueño” (Juan 11:11 y 13), que es la muerte a la que normalmente nos referimos. La otra es la auténtica, la segunda muerte (Apocalipsis 2:11; 20:6; 21:8). Significa la eterna separación de Dios, adiós a la esperanza y a la vida para siempre.
Fue esa segunda muerte la que Jesús sufrió. “Para que por la gracia de Dios experimentara la muerte por todos” (Hebreos 2:9). Puesto que él la experimentó por cada ser humano, ese “sueño” al que ordinariamente llamamos muerte no puede constituir aquello que él experimentó, dado que la sufre por sí mismo todo ser humano hasta hoy. Sea lo que fuere lo que Cristo sufrió, lo fue para que no tuviéramos que sufrirlo nosotros. Quieres aprender mas busca el libro Cristo el Cordero y el León y seras bendecido con una palabra poderosa en Dios.

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